Comprender la razón de ser del hombre o la mujer es un tema de estudio que fascina a los investigadores desde los orígenes de nuestra civilización. Descubrir curiosamente que la vulnerabilidad, ese sentido de la fragilidad emocional o física que nos acompaña desde nuestra creación es la "razón de ser" que nos mantiene vivos o puede matarnos es increíble. Que resultase tan simple que siempre haya estado allí desde que nacemos y hasta nuestra muerte es la mejor de las recompensas, sólo saber que el atrevernos a sentir y vivir desde el "yo soy capaz" nos convierte inadvertidamente en responsables de nuestros resultados de vida.
Lo curioso es que ese mismo temor a la vulnerabilidad, nos deje a un lado y nos impida vivir, al convertir nuestro cuerpo en cárcel de nuestros sentimientos. Así que mientras más fuerte veamos alguien, mientras más fría y serena ante las eventualidades de su vida afectiva, más pequeña su cárcel, más grande su tristeza y más firme su negación por sentir la vida, tanto como el hecho mismo de respirar.
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